miércoles, 31 de diciembre de 2014

Nuestra primera cita

Estoy muy nerviosa, me sudan las manos y me muerdo los labios cada dos segundo, lo hago constantemente, pero esta noche más. Por fin llega. Lo primero que veo es su pelo rubio, lo distinguiría a kilómetros. Lleva su chupa de cuero y sus pulseras de pinchos. La primera vez que le vi las llevaba, y me pareció el chico más guay que había visto nunca. Me gusta cada vez que le veo así.

Hemos quedado allí, aunque vivimos cerca. Es raro, pero me resulta muy intimo ir juntos en metro juntos a donde hemos quedado, además, me gusta el momento en que uno de los dos está esperando y ve llegar a la otra persona de lejos, sea yo el que espera o la que llega tarde. Caminamos al lado del río. Ya es de noche, apenas nos hemos mirado a la cara por timidez o por miedo a un beso pero supongo que sus preciosos ojos azules me llaman. Es incomodo, conozco cada centímetro de su cara pero esta noche es como si fuera otra persona, me da miedo levantar los ojos del suelo. Nos paramos en el puente y nos volvemos el uno hacia el otro. Estoy demasiado nerviosa, conozco sus besos, húmedos y muy largos, pero ¿y si no encajamos esta vez? ¿Y si no siento nada? ¿Y si no me gusta y no quiero volver a besarle? Y entonces, ¿y su pobre corazón? No importa, llevo demasiado tiempo dándole vueltas a esto, y ahora que por fin he llegado hasta aquí no puedo echarme atrás. Y cuando me mira... No hay duda, esta vez ha salido de mí, quiero hacerlo. Me acerco un poco más, soy valiente y no retiro la mirada, me mira y sonríe, me toma por la cintura y me besa. Entonces pongo mi mano en su pecho, y me muerdo por enésima vez el labio. Estas aquí,  te echaba de menos, te necesitaba. Corazón, que tanto has latido por mí, por fin el mío late a tu ritmo.

Y entonces me doy cuenta. Si alguien me hubiera dicho hace tres años que mi mejor amigo se iría me hubiera levantado y le hubiera noqueado, pero se fue, y ahora está él. No conozco del todo a este chico, voy a echar de menos con todas mis fuerzas a mi mejor amigo, a la otra parte de mi, mi mitad. No se si haré daño a este chico o si no funcione porque no tengo todas las respuestas y por supuesto que estoy acojonada, pero ¿quién sabe? Ya... todo el mundo menos yo lo sabía, pero no era el momento. Ahora lo es, quizás no dure mucho o quizás cambie de opinión antes del próximo beso, pero en este instante mientras sonrío apoyada en su pecho y repaso todas las situaciones en las que pude haber sentido esto y no lo hice se que esto es lo correcto. No deseo seguir llamándote amigo.

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